Comentario
La costa quiteña fue descubierta por Pizarro en su camino hacia el Perú, pero su región interior fue desconocida para los españoles y se convirtió en foco de la resistencia incaica, tras el desastre de Cajamarca, con los generales indígenas Quizquiz y Rumiñaui. Sebastián de Benalcázar, antiguo conquistador de Panamá, Nicaragua y Perú, se dirigió hacia Quito instigado seguramente por su socio el licenciado Espinosa, quien tenía noticias de la existencia de un territorio muy rico al norte del Perú (posiblemente Antioquia). Imitando el gesto de Cortés en Villa Rica, se hizo requerir por los vecinos de San Miguel de Piura, donde se encontraba, para iniciar tal conquista. Partió de allí hacia febrero de 1534 con unos doscientos hombres, la mayoría a caballo. Siguiendo el camino del Incario llegó a Tomebamba (actual Cuenca), donde logró la alianza de los cañaris. Prosiguió luego al tambo de Chanchan y al de Tiojacas, donde le esperaba el ejército de Rumiñaui. Gracias a la traición de un indio logró rodear al enemigo y caer sobre su retaguardia en Guamote, tras lo cual se retiró Rumiñaui. Benalcázar avanzó por la que Humboldt llamó Avenida de los Volcanes hasta Ríobamba, donde le esperaban nuevamente las fuerzas de Rumiñaui unidas a las de Zocozopagua. El español les venció en una batalla a campo abierto. Desde entonces los indios no volvieron a atacarle, salvo en lugares estratégicos, como los pasos de los ríos: en el Ambato y en el Catachi. En Uyumbichi, a unos 20 kilómetros de Quito, se hizo el último intento para contener el avance sobre la capital. Los naturales incendiaron Quito y se retiraron.
Benalcázar entró en Quito el 24 de mayo de 1534, pero la resistencia indígena prosiguió. Incluso atacaron Quito, incendiando muchas de sus casas. Benalcázar emprendió luego una serie de correrías por las faldas de la cordillera oriental con objeto de someter a los rebeldes. En Quinche hizo una espantosa matanza de mujeres y niños. Siguió a Cayambe y Caranqui. El conquistador buscaba, desesperado, el tesoro de Atahualpa. Llegó entonces un mensajero con la noticia de que Diego de Almagro estaba en Quito y le mandaba llamar para unirse con él, pues debían enfrentarse juntos a Alvarado, el conquistador de Guatemala, que estaba próximo a llegar. Benalcázar volvió a Quito, se unió con Almagro. Juntos marcharon hacia el sur, hacia Riobamba, para encontrar al invasor.
Alvarado había partido, efectivamente, de Guatemala con una gran fuerza (450 hombres, 270 caballos y muchos indios), dispuesto a conquistar el reino de Quito, de cuya riqueza había tenido noticia. En marzo de 1534 desembarcó en la playa de Caraque, no lejos de donde luego estuvo Puerto Viejo, y se internó por el callejón del río Guayas con dirección a la cordillera. Su ascensión hasta el altiplano quiteño fue una gran operación militar. Una vez allí, vio desilusionado las huellas de los caballos de los hombres de Benalcázar y de Almagro, que demostraban que había llegado tarde. El encuentro de los conquistadores tuvo lugar en Riobamba. Previamente, Benalcázar y Almagro habían fundado allí una población llamada Santiago de Quito (15 de agosto de 1534), para tener derechos de poblamiento frente a Alvarado. Unos días después se produjo el famoso encuentro de los conquistadores. Alvarado decidió ceder y dejó sus hombres y barcos a cambio de cien mil pesos, marchando a Guatemala.
Benalcázar completó luego la conquista de Quito, como lugarteniente de Pizarro. Camino de Quito capturó a Rumiñaui y a Zocozopagua, mandando quemar vivo al último de éstos. La conquista volvió a revestirse de enorme e innecesaria crueldad. El 6 de diciembre de 1534 entró en Quito, adonde mandó trasladar la fundación anteriormente hecha. Se eligió cabildo y se repartieron solares. Había comenzado la colonización.
Benalcázar emprendió, a continuación, la jornada de Popayán. En 1535, salió hacia el norte de Quito con 300 hombres en busca de un territorio muy rico, en el que se decía se bañaba un indio en una laguna con el cuerpo lleno de polvo de oro (El Dorado). El indio chibcha que llevaba por guía no alcanzó a encontrar el valle del Magdalena, y su hueste se encajonó en el del Cauca. El capitán español fundó las ciudades de Cali y Popayán en 1536. Regresó luego a Quito y volvió a Popayán con refuerzos, iniciando en 1538 su conocida expedición al valle del Magdalena que le condujo hasta el valle de Neiba y, finalmente, al Nuevo Reino de Granada. Allí encontró a Jiménez de Quesada y a Federman, como dijimos. Vuelto de España en 1540 como gobernador de Popayán, emprendió nuevas campañas para pacificar dicho territorio. Benalcázar puso también en marcha otro mito, el del país de la canela, que según decían los indios estaba al Oriente de Quito. Dicho mito tentó más tarde a Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco. Gonzalo salió de Quito con medio millar de hombres en 1540, dispuesto a conquistarlo. Pasó a tierra de Quijos y Zumacos y encontró una canela, que no era la especie buscada. Desconcertado, empezó a buscar fabulosas riquezas por las selvas. Construyó un barco y bajó por los ríos Cosanga, Coca y Napo. Ante las dificultades encontradas, decidió enviar desde allí unos 60 hombres con Orellana para seguir descubriendo río abajo y regresó a Quito. Orellana desembocó en el Amazonas el 12 de febrero de 1542 y navegó todo este río hasta su desembocadura. Le puso tal nombre por haber creído que en sus márgenes vivían amazonas. Desde las bocas del Amazonas navegó por el océano hasta Cubagua a donde llegó en septiembre del mismo año.